Cuando se realiza un análisis de sangre, junto al resultado obtenido, se adjuntan los valores considerados como normales para cada determinación. Cuando el resultado está fuera de este intervalo se marca con un asterisco. Su presencia no implica que exista algo patológico. El resultado tendrá que ser valorado por el médico teniendo en cuenta las características del paciente: edad, sexo, hábitos tóxicos, antecedentes personales y familiares así como los datos obtenidos de la historia clínica y exploración.

Generalmente se realiza un hemograma que mide la concentración de glóbulos rojos, glóbulos blancos, leucocitos y plaquetas, además de comprobar si las células tienen una forma y estructura normales.

Aparte del hemograma, en un análisis de sangre general también se estudia la llamada rutina bioquímica. Es decir, la concentración de las sustancias químicas disueltas en el plasma sanguíneo. Las principales determinaciones son:

Los análisis de sangre incluyen mucha información útil de la salud de una persona y pueden alertar de la presencia de alguna enfermedad. Las principales enfermedades “silenciosas” que se pueden detectar gracias a un análisis de sangre son:

Realizarse análisis de sangre con determinada frecuencia puede ayudar a prevenir muchas enfermedades que podrían ser letales a largo plazo. Además, tener un control de nuestros diferentes valores en la sangre nos ayuda a tomar mejores decisiones en cuanto a la alimentación y al estilo de vida.

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